Seguro que hay días en los que sueñas con un rato en silencio, tranquila y relajada. Huir, aunque sea por unos minutos, y dejar atrás el ruido y todo lo demás…
Eso que sientes es completamente normal. Y es que, en nuestro día a día, estamos rodeadas de ruido y estímulos de todo tipo: tráfico, teléfonos, conversaciones a gritos, la tele, la radio, las RRSS…
Y así, cada vez resulta más complicado estar contigo misma y disfrutando del silencio. ¿Verdad?
De hecho, estamos tan acostumbradas a este bombardeo que, a veces, el silencio nos resulta insoportable… y no sólo el típico silencio incómodo que aparece en algunas conversaciones … sino también el silencio que nos deja a solas con nuestros propios pensamientos y emociones. Y es que, el ruido interno, ese que sólo podemos escuchar cuando no hay ruido externo… ¡¡Ese sí que da miedo a veces!!
Por eso, hay personas que hablan sin descanso y dicen lo primero que viene a su mente en una conversación… Otras, llenan ese vacío escuchando, poniendo la radio o la televisión a tope o navegando en las RRSS a todas horas. Lo que sea, antes que quedarse en silencio. ¿Te suena?
Si, ya eres fan del silencio, no necesitarás argumentos para limitar el ruido, pero por si todavía tienes dudas, aquí te resumo sus múltiples beneficios para tu salud:
- Permite descansar a los oídos y a la mente de los estímulos externos.
- Favorece la relajación, la concentración y la reflexión.
- Aumenta la creatividad y favorece el aprendizaje.
- Mejora el estado de ánimo y el bienestar psicológico.
- Reduce los niveles de estrés y ansiedad.
- Disminuye el riesgo de enfermedades cardíacas.
- Regenera el cerebro, especialmente las células del hipocampo.
- Mejora el sueño y disminuye el insomnio.
- Refuerza el sistema inmunológico.
- Ayuda a reducir dolores de cabeza y migrañas.
Ahora que ya sabes todo lo que el silencio te puede aportar, probablemente, estarás pensando: Eso de buscar momentos de silencio está muy bien, pero… ¿Cómo lo hago?
¡Tranquila! Aquí tienes algunas ideas para incluir el silencio en tu día a día:
- Empieza por incorporar periodos cortos de silencio cada día: por ej. 5 minutos sin ruidos, sin teléfono, ni aparatos electrónicos. Después, puedes ir alargando este tiempo poco a poco.
- Escoge entre periodos de silencio seguidos o alternos: Por ej. 10 minutos cada mañana, o 5 por la mañana y 5 por la noche.
- Al despertarte, aprovecha 5 minutos extra en la cama para espabilarte poco a poco y disfrutando del silencio.
- Al acostarte, dedica unos minutos a relajarte imaginando que estás en la playa o la montaña para poder dormir mejor.
- En el trabajo, permítete una pausa para desconectar de todo, hacer unas respiraciones profundas y calmar tu mente.
- Descubre lugares cercanos que te permitan retirarte del ruido por unos minutos: Iglesias, rincones tranquilos, plazas o parques.
- Incluye el silencio mientras disfrutas de actividades que te resultan agradables: leer, escribir, pintar, hacer un puzle, bañarte…
- Medita de forma regular: con el tiempo, aprenderás a observar tus pensamientos sin juzgar.
- Aprende a apreciar los silencios que surgen en una conversación: Un silencio compartido es, a veces, la mejor prueba de cariño, amor y respeto.
Y si, en tu casa, te resulta complicado encontrar momentos de soledad y tranquilidad, prueba lo siguiente:
- Adelanta el despertador y levántate un rato antes que los demás para poder desayunar en silencio.
- Acuéstate un rato después de que lo hayan hecho los demás y escucha cómo el silencio se va apoderando de la casa…
¿Y qué más?
Siempre que puedas, sal de casa y pasea en silencio en contacto con la naturaleza: piérdete en un bosque, pasea por la playa… Los sonidos naturales, a diferencia de los ruidos que nos rodean a diario, aportan un profundo bienestar.
Si pones en práctica estas ideas, podrás disfrutar del silencio como fuente de salud y bienestar.
¿Tienes más ideas? Pues compártelas en comentarios. 😉
Un abrazo,
Oihana